La Yeguada Torrepalma comienza por los años de la posguerra, con las yeguas españolas de aquella época que se utilizaban para las faenas propias del campo, utilizadas por los guardas y vaqueros.

 

Jaime Álvarez de las Asturias Bohórquez y Silva, conde de Torrepalma, es el alma de la ganadería a la que entregó su vida con pasión y dedicación. En los años sesenta se cruzan con el angloárabe Aligote y posteriormente con los P.S.I. Chacal, Tangerin y Dublín, consiguiendo caballos de clase y polivalencia que se podían encontrar tanto en un concurso hípico como corriendo liebres.

 

En los años ochenta, y con la finalidad de ganar en potencia y movimientos, se cruza un lote de yeguas con sementales centroeuropeos; cabe destacar a Maat II, Maat III, Gottlob y Esquivel y se importan de Alemania tres yeguas Hannoverianas por lo que se empieza a producir potros con sangre y formas centroeuropeas. El otro lote de yeguas se sigue cubriendo con angloárabes y hispano-árabes, para mantener un caballo cruzado de las tres sangres muy funcional y de buen carácter, siempre más alto de sangre angloárabe.

En los años noventa, bajo la dirección de Justo Marcos, conviven las dos líneas, la primera cubriendo con angloárabe-CDE (Jaleo du Defey, Pirón ), y, la segunda con P.S.I. (Limpid, Blue-Never). Esta segunda se refuerza con la adquisición de dos yeguas angloárabes francesas con buenos resultados en Concurso Completo. Esporádicamente se utiliza un semental hispano-árabe, siempre contrastado en trasmisión de funcionalidad, para mantener la línea de tres sangres.

 

 

 

A finales de los noventa la ganadería tiene un punto de inflexión importante. Por un lado se reduce drásticamente el número de animales quedándose siete yeguas madres y por otro se desliga del pueblo madrileño de Fresno de Torote, donde había estado desde sus inicios, y se va a las tierras de Ciudad Real y Jaén conviviendo, desde este momento, con las ganaderías de ganado bravo de Hnos. Marcos López y Las Cañadas en las fincas de Navalavaca y Las Cañadas.

 

Esta convivencia hace que “los Torrepalma” empiecen a utilizarse también en las faenas de campo con el ganado bravo, demostrando la gran polivalencia de esta ganadería.

A partir de ese momento, y después de la gran selección realizada se dejan siete yeguas contrastadas tanto en morfología y carácter como en la trasmisión de estas dos características manteniendo de una manera mucho clara y diferenciada las dos líneas. Por un lado las anglo-hannoverianas y por otro las anglo-árabes.

En el año 2007 se introducen dos yeguas CDE del hierro de Benítez Cubero apostando por la gran polivalencia de esta ganadería. En el año 2010 se incrementa la ganadería con dos yeguas hispano-árabes de la ganadería de Benítez Cubero iniciando así una tercera línea de caballo hispano-árabe por sus magníficas condiciones para el trabajo en el campo.

 

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